Lumitante

Cuando las frases no alcanzan, hay que explotarlas.
Jugamos a eso.
Míranos.





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Oración de los poetas emergentes

Oh de Rohka o Roque Dalton
Oh Rimbaud o Baudelaire
Oh Lautremont
Oh buen Nietzche
Oh María o San José

Oh de mí que no sé nada
Oh de mí que nada sé
Oh del tiempo que me vive
Y no se entera que lo sé

Lugar común

-Dígame usted, señor de las formas, ¿cómo es que se hacen los poemas?
-Tiene usted una mente refractaria estimado... francamente, el poema lo hace a usted.
-Claro, claro. Y dígame una cosa, ¿qué hace que un poema sea bueno?
-Pues que pertenesca a la poesía, obvio.
-Usted está equivocado, mi señor de las formas.
-Acláreme su diatriba, señor de juicio fácil.
-Verá. Usted tiene todas las respuestas, pero no tiene preguntas que formularse. Así no puede existir la poesía.
-Adonde la viste hueón... ya, ándate...

Algo pasó en la esfera de las ideas. Parece que se acabó el ingenio.

Poco rigurosa

Te escucho vanagloria
Juegas con tus teorías
Yo te debo pruebas
Y tengo unos temores sí
Pero tu juegas en tus pliegues
Te escondes en las vetas
De una sangre que no fluye
Mas allá de los papeles

Yo sé que me deseas
Sé que seremos uno
En placer distante o sexo ardiente
Yo preferiría anal
Pero tú te negarías Lo sé
No eres de esas pasivas
Seguramente será oral
Y me dejarás con mi penetración
Incompleta
Escondiéndote en tus pliegues
Putos pliegues
Que nos esconden todo

Tan barroca
Yo te quiero posmoderna
-ojalá muda-
Poco rigurosa

Cuando nos juntamos en misa

El rock se les salía por las venas
Y no se diga que por esto Jesucristo no la ama

Tenga en cuenta nuestras posiciones

Qué sabe usted de asesinatos
Qué hizo usted por defenderse
Claro
Mucho sabe y mucho hizo
Por eso usted se calla
En el perdón de las misas
Y yo lo canto fuerte
Como canción de cuna
Queriendo ser rockera

Porque en su terraza torturaban
Y exprimían vidas
Y en la mía se abrazaban cuando pasaba un paco
Porque la comisaria estaba al lado
Y tú escuchabas mierda
Sangre y moretones
Y mi madre me cantaba
Fuerte mas fuerte que los gritos
Para que yo creciera sano
Para no odiar a nadie

Sí señora usted no hacía nada
Y tomaba once
Untando el pan en linfa de vecinos míos

Si señora no me llore culpa
Porque sus hijos son rockeros
Y mis vecinos tambien lo eran
No eran comunistas no
Y los mataron en su casa
Y sus hijos están vivos
Comen bien
No los torturan
Se juntan conmigo
Fuman pito
Y se besan entre ellos
Y se tocan entre ellos

Entonces
No me diga que Dios no me quiere
Si yo la ví cuando los vió
A sus dos hijos normales
Corriéndose mano
Y atracando
Y la ví entrar a la iglesia señora
Y preguntó por qué a mí
Por qué a mí

A mí no me dan asco sus hijos señora

Entonces
No me diga que valgo callampa
Si usted no reza el perdón
Cuando nos juntamos en misa

Pendejo futuro del país

Odio el proceso argumental
Y la intelectualidad postmodernoide

Me dan ganas de putearlos
Pero no sé que chucha decir

Que la modernidad no se acabó
Y que se llenan la boca con aire

Pero termino haciendo la misma hueá
Que ellos

Por eso me quedo piola
Y protesto por la LOCE y la PSU
Y espero quedar en una estatal
Porque dicen que ahí están los mejores
Y en una de esas me vuelvo uno de ellos

Bacán

Mi amigo Juan Carlos

Mi amigo Juan Carlos es un escéptico de la poesía y los poetas. Le teme a los infinitos y adora la vida en los pastos, en la cama y las preguntas. Dice que le cuesta quererse y a veces me pregunto por qué no quererlo. Se dice fascista y lo sé revolucionario. Respeta como ninguno mi pacto con Dios e insiste en su vínculo privado con el mismo, aunque le cuesta, le cuesta harto. Mi amigo Juan Carlos duda de todo y vomita en las certezas. Feliz le gritaría a la academia que la poesía nunca ha estado con los sabios, sino con los más tontos.
Mi amigo Juan Carlos es odioso, pero cómo no quererlo. Cómo no quererlo.
Para él, este poema:

Suponiendo

a Juan Carlos Vergara

Si me preguntaras cómo es el universo
Te diría yo sin duda que te mueras
Porque el silencio te revela frente a frente
Un anhelo de grandeza insostenible

Si me dijeras que te diriges a lo eterno
Te diría yo sin duda que me lleves
Porque lucho por hacerme de su lado
Con palabras que no saben lo que hacen

Si afirmaras lo infinito como un sueño
Te diría que callaras tal certeza
Porque algunos vivimos en el margen
Y lo absoluto alimenta nuestras ganas

Si nada de esto nos saciara
Estaría obigado a matarte
A tenderme impaciente a tu lado
Hasta el día frío

Inti

Boca del tiempo aturdido
Girando en tus ciclos borrachos
Se nos quedó un pueblo sin destino

No importa
Ya evolucionará
Te apresuras a decir

Autocrítica

Métete los versos en el poto, hueón pasado a caca
Es un verso que tú nunca escribirías
Por que eres solemne
Y claro
Cartucho
Por que tú no te culearías a las minas
Sólo te harías el amor con sus cuerpos
Y te gozarías con sus manos
Y sus bocas en tu miembro
Por que tú no eres un maricón que juega con ellas
No
Eres un caballero que no tiene memoria
O un ciudadano del olvido
Claro
Gran hombre correcto
Qué sabes tú de pasar hambre
O de no saber escribir
Si todo lo piensas en verso
Y estudias para ser mejor

Nadie te pesca hueón penca
Es un verso que tú nunca escribirás
Por que no lo consideras
Y eso es lo que me gusta de ti

Utopía

Un día de estos
Escribiré el mejor poema de todos los tiempos
Será todo lo realmente universal
Y aclaro que no universal rasca postmoderno
Sino universal totalizante
Tan grandioso ha de ser
Que se olvidarán todos los poemas existidos y existentes
Y el mundo girará en el eje de mi poema

Ah que bello será

Pero antes debo hacer algo
Por el calentamiento global
Y el pueblo dominado

Diario Vivir

Al hombre que me pesa a pesar de sus años.

Es difícil creer que todo al final se trate de ausencias.
Ahí el blanco: ausencia.
Ahí el buen día: ausencia.
Ahí la castidad costra que llevo: ausencia.

Y sí,
Ahí tú, padre: llaga ausencia,
fuego,
mucho fuego que arde ausente.

Llévame lejos

Llévame lejos
Lo más lejos que puedas
Estaré tranquilo tras tu sombra
Vacuo
Ausente
Marcándote las huellas cuando pases
Estirándote la vida si así lo deseas

Llévame lejos
Esperaré tu soledad constante
Jugaré con tus últimos recuerdos
Osamentas descompuestas
Sin con el alba tu me llevas al camino sin aire

Haremos de la vida

Haremos de la vida un mar de relaciones
Un río de desiertos que jamás están solos
Desastres naturales dialogando hasta la muerte
Un verso inmenso que se extienda por el tiempo
Que hable de deseos que nunca se desean
Que guarde nuestros cuerpos en la eternidad del signo
Y abogue por nosostros y la causalidad de la vida

Ahora quiéreme y no me sueltes
Aunque te desgarre la carne

Este es su tablero

Jesucristo como la principal herramienta de abolición de contradicciones en la Iglesia Católica. No se olvide nunca que la Iglesia es una institución inspirada y constituída por Dios pero dirigida y administrada por seres humanos, tendientes a ser siempre seres políticos. Así, en medio de este diálogo de la esencialidad divina con la historicidad humana, se hacía completamente necesaria la imposición de una figura sintetizadora y facilitadora de coherencia: Cristo, el hijo de Dios. Porque él fue humano, sí, pero también es Dios.
No se me malinterprete. Yo no digo que Jesús es una invención barata de unos hombrecillos, no. Digo que de alguna forma, Dios (omnipotente y omnipresente) se las ingenió para reducir al mínimo la contradicción de su pueblo a través de su hijo. Por ejemplo, piénsese en las famosas cruzadas o en la inquisición. Prácticas barbáricas desde el imaginario moderno, de acuerdo. Pero si nos detenemos tan sólo un instante en los hechos, apreciaremos la determinación de que esos eran los actos correctos, los pasos obligados a seguir por la Iglesia, ya sea porque era esa la manera de entender la divinidad y satisfacer a la divinidad (el proyecto bélico de defensa de la fe) o por extravíos propios de la condición humana de los que dirigían la institución de origen romano. Por cualquiera de las dos partes (por sistema epistémico o por error humano) la divinidad salvaguarda a su pueblo en la figura de Cristo: Siempre la iglesia a caminado hacia él, independiente de como se piense en las distintas épocas.
Entonces, no se diga que Dios juega mal las fichas si este es su tablero.