07 septiembre 2007

No dejes que nadie te diga que el absoluto no existe

Yo no le temo al uso la palabra infinito en poesía. No le temo al silencio, ni a lo eterno, ni a la nada o al absoluto. Coartar la búsqueda de lo inaprensible es como pedirle al corredor de los cien metros planos que no bata el record pudiendo hacerlo; es como negarle al saxo alto la improviación en el punto algido del solo. Yo no digo que lo infinito me caiga en la mano con la que empuño el lápiz o digito frente a la pantalla. Lo que propongo es que en el intento de abarcar algo inabarcable, de acercarse a lo que no se entiende y/o excede, la escritura trasciende las fronteras de lo material, de lo histórico, si se quiere. No creo en una propiedad analógica de la poesía -a la manera del simbolismo francés o el modernismo latinoamericano-, sino que confío en su capacidad evocadora, productora, creadora.
Y si la poesía es creadora, ¿por qué abandonar la lucha de crear en espacios que no son, que no se comprenden, o son imposibles de retratar? ¿Por qué limitar la capacidad creativa a imágenes objetuales o a figuraciones de lo existente? Finalmente, ¿por qué negar de plano lo infinito como una categoría válida en la poesía?
La poesía objetual y momentánea está de moda. La antipoesía es tradicional y toda búsqueda parece errada. Expando mis propias fronteras para saciarme de eterno y vacío. Para muestra, si se me permite, un solo botón:

No dejes que nadie te diga que el absoluto no existe

No dejes que nadie te diga que el absoluto no existe
me dijo, antes de morir, mi padre.
Me dijo que no dejara que nadie me mienta
o que nadie me diga que el absoluto no existe.
Que nadie, nadie, me lo dijera porque cuando te quitan el absoluto
es porque ya no tienes nada, es porque
estarás dando pie a que te quiten la dignidad, todo,
A que te expropien tu casa,
A que se lleven tus hijas,
A que si no vuelves en largo tiempo casen a tu esposa con otro
Mientras tú te haces hombre peleando guerras ajenas.

Mi padre antes de morir me dijo no dejes que te quiten
tu derecho a no tener familia, no dejes que te quiten
las ganas de morir ahora, hijo mío
hay momentos, los más,
en los que nos merecemos esto de ser felices.

No escribas en más de una lengua
Fueron sus últimas palabras
pero besa todas las bocas que se crucen en tu camino,
Lo dijo antes de morir.
Riega las plantas del cosmos con leche de la vialactea,
Hoy moriran 3.000 niños de malaria en África
Y ya no tuvo más aliento
Y no dejes que te quiten el derecho a no tener quien te baje de la cruz
Y ningún suspiro más salió de su boca,
No dejes , dijo bien fuerte como si se estuviese muriendo, no dejes que te digan
Lo que tú vas a decir después de que yo muera.
Fue así, juro que fue así y que no fue de otro modo.

Entonces, cuando mi padre murió, yo me miré al espejo y dije

Algunos sienten ganas de cruzar el puente y yo tengo deseos de que me atraviese el día.


Poema escrito por Pablo Yañez.

2 comentarios:

Amaru dijo...

Hoy, cuando pareciera "todo hecho" en poesía, me parece que asir lo que no se puede asir es óptimo. Y no porque no haya más tema, sino porque es preciso abordarlo. Además, hay que terminar con el oscurantismo para con esos términos, quitarles esa carga "cultista".
La cagó el poema de Pavlo.

Leonardo Murillo dijo...

gracias, fabrizio
un tremendo escrito, tremendo.
con este escrito te he hallado.