Hoy fuimos más abajo del Infierno
Al fin recorrí tus calles
Tus mendigos
Tus ríos contaminados
Y tus barrios corrientes
Eras una ciudad bajo el agua
Descendimos ese mar con los ojos clavados en la muerte del otro
En cada arrecife pegándonos sentimos la necesidad de no ser pareja
En cada ola un rostro ajeno
Ese morir ahogados
Esa lucha contra la posibilidad de empuñarnos para mantener el aliento
Fue la hoz que nos abrió paso por las profundas selvas que se alzan tras la carne
No quisimos decirlo
Pero lo aceptamos
En el centro de los cuerpos
Ahí no estaba el otro
Sólo uno
Y la puerta abierta
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