No importa cuan aprendido, somos siempre culpa.
Sinrazón de lo ignorante, eso somos.
Lágrimas vacias de sí mismas, cargadas del propio peso.
Un temor enorme y un silencio frágilmente estable.
Rezos.
Cuentas impagas y sal en las llagas.
Un abrazo crudo, un hilván, sin saber siquiera las responsabilidades, siempre culpa.
La cueva y luz que no quieres ver, hasta que te rompe los huesos.
Recién observados cada vez, eso somos.